Por su parte, el obispo dijo: “Jesús nos enseña que visitar a los presos es visitarlo a él, que nos revela la grandeza que todos tenemos; una grandeza que nada, ¡ni nuestros errores!, nos puede quitar: somos imagen y semejanza de Dios, que nos ha creado; somos, gracias a que Jesús nos ha amado hasta engendrar la vida para darnos su Espíritu, hijos del Padre. Hay que tomar conciencia de ésta nuestra grandeza y vivir conforme a ella: amando a Dios, amándonos y perdonándonos a nosotros mismos, y amando y perdonando a los demás”. Luego realizó un recorrido por las instalaciones, durante el cual saludó a los internos e internas y conversó con ellos. Posteriormente presidió la Santa Misa, en cuya homilía invitó a todos a pasar por la vida como Jesús; unidos a Dios y haciendo el bien, contribuyendo de esta manera a crear un ambiente favorable en el Centro de Ejecución de Sanciones, en la propia familia y en la sociedad. Citando al Papa Francisco, recordó que si bien no podemos cambiar el pasado, sí es posible escribir un presente y un futuro mejor. “Y si nos gana la tristeza de estar encerrados aquí -comentó- aprendamos de María, a quien el dolor traspasó, pero ella, confiando en Dios y llena de esperanza, no permitió que la tristeza se instalara en su vida ¡A echarle ganas!”. Al término de la celebración, agradeció la oportunidad de este encuentro al Director del Centro y a las autoridades; al Padre Martín Guzmán Vega, párroco de la parroquia Cristo Rey de la Paz, al Padre Juan Carlos Muñiz González, Vicario, y al Padre Martín Tejeda Cavazos, Canciller de la Diócesis; a los agentes de Pastoral Penitenciaria y de Pastoral Familiar de la parroquia Guadalupe, así como a los internos e internas.